Introduce la pechuga de pollo en una bolsa de congelar, añade dos cucharaditas colmadas de condimento cajún, un chorrito de aceite, otro de vino blanco y unta bien la pechuga. Debe macerar en el cajún durante varias horas (mínimo 3 o 4), preferiblemente déjalo en reposo durante toda la noche.
Pon una sartén a fuego vivo, dora la pechuga por todos los lados durante unos segundos, buscamos realzar los sabores, no te pases de dorado… ni te quedes corto. Aprovecha la sartén para tostar las nueces ligeramente y resérvalas.
Precalienta el horno a 160ºC. Hornea la pechuga durante unos 30 minutos, comprueba que esté bien cocinada presionándola, si la quieres al punto debe estar firme, ni muy blanda (poco hecha), ni muy dura (muy hecha). Córtala en rodajas o en dados.
Mientras se cocina el pollo pon un cazo con agua al fuego, cuando hierva añade los huevos y deja que se cocinen durante 7 minutos. Enfríalos debajo del grifo y pélalos.
Coloca los brotes tiernos en el fondo del plato, añade por encima las nueces tostadas, las pasas y los tomates secos cortados en dados pequeños. Pica el huevo, si lo has dejado 7 minutos «riega» con la yema líquida, ¡una delicia! Termina con el pollo troceado y aliña al gusto con sal y aceite.
Consejos para la receta
¿Por qué terminar la cocción de la pechuga en el horno?: Puedes hacer la pechuga a la plancha, sin más, pero con este tipo de marinado (pimentón y especias) es probable que la parte exterior se queme, eso dará toques amargos muy poco agradables. Al utilizar el sistema de marcar + hornear a temperatura media conseguirás el punto justo sin que el cajún se queme.
El huevo «semicocido»: Nos encanta el «huevo al estilo Berasategui», en 7 minutos consigues una clara cocida y una yema líquida de lo más interesante para «regar» esta ensalada. Si no te hace gracia la idea simplemente cocínalos 10 minutos y quedarán completamente sólidos.