Precalienta el horno a 120ºC. Limpia los tomates (reserva uno bien hermoso para más adelante). Corta el resto en trozos medianos y colócalos en una bandeja de horno con la piel hacia abajo. Corta también la cabeza de ajos por la mitad y colócala entre los tomates. Añade por encima sal, un poco de pimienta negra recién molida y dos o tres pizcas de azúcar. Riega con un chorro generoso de aceite de oliva virgen extra.
Hornea durante 2 horas o hasta que veas los tomates blanditos y un poco arrugados.
Corta el pan en trozos e introdúcelo en un robot de cocina o recipiente para procesar con la batidora. Añade los 200 ml de aceite, 200 ml de agua bien fría (ver consejos del final), los tomates asados junto con todo el jugo que hayan soltado y el tomate crudo que habías reservado. Agrega media cabeza de ajos (sin las pieles), reserva la otra media por si fuera necesario darle «más potencia». Procesa a máxima velocidad hasta que quede una mezcla homogénea.
Pasa el salmorejo de tomate asado por un chino o colador para que quede más fino. ¿Muy denso? Es momento de ajustar, añade los otros 100 ml de agua (o un poco más si fuera necesario). Prueba y corrige de sal, también puedes añadir un poco más de ajo si te gusta más fuerte. Enfría durante una o dos horas en la nevera.
Consejos para la receta
Los tomates: La variedad es importante, elige la que más te guste y adapta la cantidad extra de agua en función de ella. Por ejemplo, nosotros hemos optado por tomates corazón de buey que son muy carnosos por lo que hemos tenido que utilizar todo el agua que marca la receta, si usas un tomate más jugoso probablemente no necesites añadir tanta.
¿Extra de ajo?: Una de las principales “ventajas” de este original salmorejo es que el ajo se hace notar pero no resulta demasiado fuerte, de todos modos lo ideal es que comiences añadiendo media cabeza de ajos -o incluso menos si no eres muy “fan” de este producto- y vayas añadiendo y probando hasta que esté a tu gusto.
Acompañamiento: Hemos optado por hacer unos crujientes de pan con un trozo que nos ha sobrado pero puedes acompañar con un buen jamón o cecina de León, huevo cocido, etc.