Pela los dientes de ajo y lamínalos muy finos. No los piques como se suele hacer, el ajo laminado (como en la imagen) queda mucho mejor en las gambas al ajillo.
Pon el aceite en una sartén antiadherente. Colócala a fuego medio-alto (7 de 9 si tienes vitrocerámica).
Añade el ajo fileteado. Cocina hasta que se dore ligeramente. Te llevará uno o dos minutos. Intenta que no tome mucho color para que no amargue.
Echa las gambas peladas y secas. Es importante que no tengan pieles, restos o exceso de humedad. Cocínalas hasta que cambien de color, entre 1 y 2 minutos, removiendo de vez en cuando.
Añade unas pizcas de sal y mueve la sartén en círculos para que la salsa se emulsione. Presenta las gambas al ajillo en un plato de barro para aguanten mejor el calor (suelen enfriar rápido). Disfruta.
Consejos para la receta
¿Cómo hacer esta receta con gambas al ajillo congeladas? Nada cambia, tan solo debes descongelar las gambas previamente. Por comodidad, yo la he preparado con gambas congeladas y ha quedado perfecta.
¿Es mejor utilizar gambas frescas? Sin duda. Lo ideal es usar gambas de la mejor calidad y, a ser posible, frescas.
Truco si usas gambas frescas: quítales el intestino con ayuda de unas pinzas o dándoles un corte longitudinal. El intestino, la parte negra que verás en su "espalda", es el responsable de la arenilla que a veces se nota en las gambas al ajillo. Te llevará un poco de tiempo pero merecerá la pena. Para redondear las gambas al ajillo, dedica un poco de tiempo a eliminar los intestinos.
¿Se le puede añadir picante? Esto va en gustos. Yo las prefiero tal cual, al estilo tradicional, porque el ajo ya añade un puntito picante. Pero si te va la marcha, puedes echar un par de guindillas.
Usa un buen aceite de oliva: la salsa que mojarás con pan quedará brutal si utilizas un aceite de oliva de calidad. Virgen extra, a poder ser. El aroma mejorará considerablemente.